En el caso venezolano, dicha política llevó a establecer precios de la gasolina de virtual regalo, y por ende insostenibles. La consecuencia fue el colapso de la estatal petrolera PDVSA, que por ello no capta recursos y no invierte. Como resultado de ello la producción se halla en el suelo.
En Argentina, la gran inflación crónica que arrastra el país desde mediados del siglo XX y en todo el actual, y que debido a la descomunal emisión del banco central amenaza convertirse en hiperinflación, ha llevado al heterodoxo gobierno peronista a buscar chivos expiatorios entre los agentes privados, cuando el verdadero culpable de la situación es él mismo, con sus escandalosos desequilibrios fiscal y monetario.
Ahora, en su proverbial demagogia e ignorancia económica, está culpando a los ganaderos por el alza del precio de la carne, cuando esta no es más que la lógica respuesta a la indetenible alza de los costos de producción. En el marco de esa absurda lógica, ha decidido prohibirles la exportación del producto durante un mes. Y como los ganaderos no están de acuerdo con la necia y abusiva medida, han decidido, en protesta, no abastecer al mercado durante poco más de una semana.
Así, la gran potencia mundial de las carnes no podrá tenerla en sus mesas en los siguientes días. Y como tampoco podrá cumplir con sus contratos de exportación, deteriorará su imagen como proveedor confiable, en favor de Brasil, Uruguay y otros importantes productores.
Ya en el año 2006, también durante un gobierno peronista, el país había restringido las exportaciones, por la misma razón. La medida, que estaba prevista por seis meses, terminó durando diez años. Y su efecto fue devastador en la actividad en materia de cierre de fábricas, pérdida de cabezas de ganado y desempleo de decenas de miles de personas.
Lo reseñado es una más de las múltiples facetas de la crisis que vive el país desde hace muchísimas décadas, y que lo han llevado de ser uno de los más ricos del mundo a inicios del siglo XX a estar apenas a media tabla latinoamericana en la actualidad, en el marco de un indetenible proceso de declive, que probablemente se traducirá muy pronto en una nueva hiperinflación y una nueva grave devaluación de su moneda. La nefasta ideología peronista allí existente prefiere la destrucción del sector privado en lugar de reducir el gasto del enorme sector público y de los millones de parásitos que medran de él.
Foto: Andina
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