En efecto, dejó claro que no está preparado en modo alguno para ejercer el cargo, e hizo crecer las sospechas de que miente acerca de las numerosas graves imputaciones que ya tiene acumuladas en apenas seis meses de gestión. Todo ello en el marco de su permanente victimización, y de su demagógica recurrencia a la palabra "pueblo".
Por eso no se han hecho esperar las demoledoras críticas de numerosos analistas políticos, muchos de los cuales generalmente han tratado de darle el beneficio de la duda y lo han respaldado frente a los intentos de vacarlo. Es que las carencias, faltas y mitomanía de Castillo son tan evidentes que ya hasta ellos ven difícil que se sostenga.
La periodista Rosa María Palacios, por ejemplo, además de hablar de una "masacre" en la cual Del Rincón "desolló a Castillo", reflexiona con la frase "o es muy ingenuo o es tremendo sinvergüenza". Y el periodista César Hildebrandt, que le hizo una entrevista exigente pero sin punto de comparación con la de Del Rincón, y quien siempre ha enfrentado duramente a sus críticos y vacadores, se ha visto obligado a aceptar que resulta difícil creerle.
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