El Perú es uno de los países que desarrollan una política contracíclica más potente para atenuar los graves efectos de la pandemia.
Una de las principales armas empleadas para tal fin ha sido la expansión del crédito a las empresas privadas, para permitir que siguieran con vida pese a la enorme adversidad, a la espera del momento de la recuperación, que felizmente ya está llegando, y con fuerza.
Esa expansión se refleja en el primer gráfico, que muestra que el Perú superó a numerosos países, de la región latinoamericana y también muy desarrollados, en el otorgamiento de esa ayuda fundamental.
En efecto, allí se observa que en noviembre nuestro país incrementó dicho crédito 22.3% frente a similar mes del año anterior, continuando con la agresiva política de apoyo a la actividad productiva que ha venido desarrollando desde mayo.
Esa alta tasa de crecimiento, muy superior a la de la etapa previa a la pandemia, y que también se ha traducido (ver segundo gráfico) en un gran aumento de la liquidez, no generará inflación, pues cuando los créditos sean reembolsados por los prestatarios (conforme sus ingresos se normalicen) el recurso será extraído del sistema, para que este vuelva a disponer solo de lo necesario para crecer sanamente, acorde con la política que nuestro país aplica desde hace tres décadas y que le ha permitido expandirse fuertemente y con estabilidad de precios.
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