En efecto, para el presente año ha elevado su estimación de expansión del PBI, de 10.7% a 11.9%, pero para el próximo la ha reducido, de 4.5% a 3.4%. Su estimación para la inversión privada la ha elevado de 15.5% a 24.5% para este año, pero la ha rebajado de 2.5% a 0% para el próximo.
Hoy, el Credicorp también divulgó sus expectativas, más pesimistas que las del BCR. Según estas el PBI solo crecerá 2%, debido, entre otras cosas, a que la inversión privada no solo no crecerá, sino caerá 1.9%.
Ese sombrío panorama se viene configurando debido a la terrible incertidumbre que está sembrando el gobierno, con su nefasto afán de cambiar la Constitución y destruir el actual modelo económico.
Cuando podría estar esperando para el 2022 un crecimiento de 4 ó 5% (favorecido por el alentador desempeño de la economía mundial, los mejores precios internacionales de los metales y el retroceso de la pandemia), el Perú está corriendo el riesgo de crecer poco o nada. Y si continúa la campaña para el ilegal cambio constitucional, sin duda decrecerá, iniciando el proceso de declive y de empobrecimiento que caracteriza a los gobiernos de izquierda radical. De nada le habría valido a nuestro país haber sido (gracias a su modelo de libertades y apertura) uno de los líderes de la recuperación económica tras la pandemia, si luego un gobierno de trasnochadas ideas estatistas, fracasadas en todas partes, lo condena al desplome.
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