Haciendo caso omiso a las numerosas voces que desde múltiples ámbitos recomendaban análisis, reflexión, prudencia y sensatez, el Congreso persistió en su cuestionable iniciativa y vacó al presidente Vizcarra.
No tuvo en cuenta que las investigaciones acerca de las acusaciones aún se hallaran en una etapa muy inicial, ni que faltaran escasos seis meses para las elecciones generales de abril y nueve para el cambio de gobierno. Tampoco que el país estuviera en una situación muy delicada, con la pandemia aún ocasionando muchas muertes y la economía recién recuperándose de la enorme caída que registró debido a la necesidad que hubo de semiparalizarla en el afán de frenar los contagios.
Igualmente, no le dio importancia al hecho de que, apenas terminado su mandato, el 28 de julio del próximo año, Vizcarra ineludiblemente tendría que ponerse en manos de la justicia, para que esta, en base a las investigaciones que viene efectuando, determinara si realmente era culpable o no, y sancionarlo como correspondiera, de ser el caso.
Pudieron más el afán de figuración y la prepotencia, reflejados en una precipitada decisión en la que no se escuchó en absoluto al mandatario ni se tuvo en cuenta las verdaderas urgencias y prioridades del país.
Los únicos congresistas que se abstuvieron o votaron en contra del despropósito fueron los mencionados en el recuadro adjunto, proveniente del diario La República.
Y ahora, debido a esa irresponsable acción, el Perú ingresará a un período de inestabilidad y desorganización, en el que, en medio de una de las más graves situaciones sanitarias y económicas de su historia, perderá numerosas semanas armando equipos en los ministerios y otras entidades, mientras la demagogia y el populismo que caracterizan a muchos de los grupos que votaron por la vacancia probablemente plantearán variar la muy sana línea económica que lleva el país.
Foto: Presidencia
Vacarlo fue lo más adecuado porque, aun cuando el Perú post pandemia necesita líderes políticos para reactivarse, en definitiva Vizcarra no lo era. Más bien –como en el Medioevo- la nación necesita sobre todo una reparación moral, una ordalía, y para eso al moqueguano se le acercó la hora. Difícilmente se mantendrá con la cabeza en los hombros: el pueblo no perdona.
ResponderEliminarPeor el remedio que la enfermedad.congreso corrupto.y Letona en el Gabinete,por Dios.
ResponderEliminarQue imbecil puede estar a favor del caos. Era innecesario que nos hicieran pasar por esto. A Vizcarra le faltaban pocos meses para que se vaya. No tenia intenciones de atornillarse en el sillon presidencial ni en el poder como Merino. Es imperdonable lo que ha hecho este congreso populista. El Perú jamás olvidará a cada uno de estos delincuentes que se dicen llamar padres de la patria. El daño está hecho
ResponderEliminarLo único que desea el Sr Merino es pasar a la historia como el presidente del bicentenario, ahora nadie se acuerda que fue un incondicional del corrupto Toledo, un impresentable representando a nuestro Perú, con las justas tiene secundaria completa, cuanto puede el afán de figuretismo, que sabe este señor de economía o de política internacional, lamentablemente nuestro país ha caído una vez mas en manos de gente incapaz. El nos representará en los actos del bicentenario ante mandatarios de otros países realmente una verguenza.
ResponderEliminarNo. cesar. Para el 28 de julio ya estará el nuevo presidente.
ResponderEliminar