En los últimos días, eso se acaba de traducir en la dramática decisión gubernamental de aplicar un "super cepo", que amplía la restricción del "cepo" ya vigente, por el cual solo se podía retirar de los bancos hasta US$ 200 mensuales, pero pagando un impuesto de 30% sobre el tipo de cambio oficial, lo que elevaba el precio real de adquisición de 79 pesos por dólar (tipo de cambio oficial) a 103.
Ahora se agregará otro impuesto de 35% sobre el tipo de cambio oficial, lo que elevará el precio de adquisición de 103 a casi 131.
La medida, que implica una considerable devaluación encubierta, fue adoptada porque el nivel de reservas internacionales netas del país ha disminuido a un nivel ínfimo, inferior a US$ 5 mil millones (compárese con los US$ 75 mil millones que posee el Perú). Ante la urgencia de obtener dólares para cubrir esa terrible carencia, el gobierno busca reducir al mínimo la demanda de la gente.
El problema es que los argentinos no compran y ahorran dólares por mero capricho. Lo hacen como tabla de salvación, para que su poder adquisitivo no sea pulverizado por la elevada inflación que el país padece desde hace muchísimos años y que ha destruido la confianza en la moneda nacional, el peso.
Y dado que la devaluación impacta directamente sobre la inflación, es de prever que la medida intensifique mucho más ese enorme problema del país, uno de los cinco más inflacionarios del mundo.
A ese grave problema actual y a su raíz estructural se refieren estos cuatro destacados economistas argentinos de pensamiento liberal, y por ende totalmente opuestos no solo a estas últimas medidas, sino a la mayoría de las que el país está tomando desde hace muchas décadas, y que lo han sumido, con una crisis tras otra, en uno de los procesos de declive económico más sorprendentes de la historia mundial.
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