Pero una vez más Maduro recurrió al fraude, para continuar, junto con su banda de cómplices, aferrado al poder, saqueando y destrozando en todos los aspectos al país. Nuevamente demostró que le interesa un ápice la voluntad y la decisión de 34 millones de personas, y que está decidido a ser tan criminal y totalitario como el sátrapa de Cuba.
El Perú y otros países latinoamericanos ya desconocieron la fraudulenta elección, y seguramente todos los países democráticos del mundo harán lo mismo. Solo las tiranías más impresentables la validarán.
El sátrapa ha abierto las puertas a una reacción popular furibunda. Él será, con su miserable conducta, el único responsable de todo lo que ocurra en los siguientes días.
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