La Constitución es clara acerca de que toda reforma a ella (parcial o total) debe pasar por el Congreso. Y dado que allí es mayoritario el rechazo al proyecto, a los promotores de este les resultaría imposible alcanzar los 87 votos para conseguir su objetivo. Así las cosas, estos se hallaban apostando a que recolectando firmas (en una maniobra absolutamente ilegal para la cual la ONPE jamás les debió haber facilitado planillones) podrían influir en la opinión pública y presionar al JNE para convocar un referendum al respecto, puenteando al Congreso.
Por esa razón Ghersi y numerosos peruanos de convicción democrática se dedicaron a recolectar firmas, que permitieran pedirle al Congreso incluir en el artículo 206 una indicación expresa de que queda absolutamente prohibida la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Con el contundente respaldo de esas 600 mil firmas, no tenemos la menor duda de que el Congreso la consagrará en el texto.